sábado, 13 de febrero de 2010

LA PALABRA DE DIOS, PAN PARA EL CORAZON:  Domingo 6º del Tiempo Ordinario /C



Jer.17,5-8; Sal.1; 1 Cor.15,12.20; Lc.6, 17-26


En busca de la felicidad. Permitidme comenzar hoy con esa historieta que de distintas maneras hemos oído en nuestra vida. Cuentan que en el principio de los tiempos se reunieron varios demonios para hacer una travesura.Uno de ellos dijo: debemos quitarle algo a los hombres, ¿pero que le quitamos? Después de mucho pensar otro habló:¡ ya sé! Vamos a quitarle la felicidad, pero el problema está donde esconderla para que nunca la encuentren.Propuso un tercero: vamos a esconderla en lo más alto del Himalaya. ¡Nó! dijo otro. Piensa que son muchos los alpinistas que escalan a lo más alto y alguno la puede encontrar; y sí algino la encuentra ya todos sabrian donde está.Intervino un quinto: escondámosla en lo más profundo del mar.¡Nó! son muchos los buzos que podrian dar con ella. Entonces, ¿por qué no la encondemos en el planeta más lejano de la tierra?¡Nó! son muchas las naves espaciales que se lanzan y podrían dar con ella. Por fin, el último de ellos rompió el silencio: creo saber donde colocarla para que nadie la encuentre: Todos asombrados preguntaron: ¿Dónde?. La esconderemos dentro de ellos mismos estarán tan ocupados, buscándola fuera, que nunca la encontraran.
Y así ha sido: el hombre pasa su vida buscando la felicidad sin darse cuenta que la tiene en él mismo.
Ya Sófocles en la tragedia de "Antigona" puso en labios de su protagonista, Creonte, estas palabras: " no quiero callarme; quiero saber que tengo que hacer para ser feliz, cómo tengo que comportarme para vivir…"
Y Tagore soñaba que la vida es alegría; despertó y descubrió que la vida es servicio; se puso a servir y descubrió que el servicio es alegría.

La liturgia hoy pone su acento con el Salmista y Jeremías que es dichoso quien confía en el Señor; San Lucas nos invita a vivir el espiritu de las bienaventuranzas para ser feliz y San Pablo nos insistirá que la autentica y definitiva felicidad está en vivir la fe en la resurrección de los muertos.
Haz de vez en cuando un pequeño stop y piensa que tu felicidad está en actuar bien, realizando un proyecto basado en el amor.

 

++ Bendito el que confía en el Señor ( Jer.17-Sal.1)

 


El ser dichoso para el creyente significa el valor que tiene el hombre para Dios y en Dios. La antitesis de los términos maldición-bendición, muerte-vida, sensato-insensato, honrado-malvado, pertenece al patrimonio sapiencial de los pueblos. Quien confía solo en si, su fin es la muerte, y quien se refugia en Dios su fin es la vida, la salvación.


Con los símbolos árbol-paja presentamos dos categorías de hombres, los justos y los impíos, los que confían en Dios y los que rechazan a Dios.

 
Tanto Jeremías como el Salmista nos invitan hacer un examen sobre los dos caminos, el que nos lleva a la felicidad, y el que nos lleva a la perdición…; es un llamamiento a practicar la religión del Dios con y para nosotros, que nos ama y busca nuestro bien.
El árbol hunde sus raíces en la tierra, regada por el agua, y se ha desposado con la tierra de la que recibe alimento y consistencia, cimentado en el amor. Del árbol esperamos fruto.

El canto del hombre dichoso de Jeremías y Salmista es el prólogo a las bienaventuranzas, es la invitación a estudiar la ley, que es sinónima de Biblia, invitacion para dejarnos guiar por la Palabra de Dios ante tantas corrientes deformadoras ateas, mostrándonos el camino de la felicidad. El salmo, con sus seis versículos, nos ofrece la doble actitud ante la vida, ilustrada bajo los símbolos árbol- paja para concluir con la presencia o ausencia de Dios en el camino elegido.

 
La paja no sabe ni de donde viene ni adonde va, está a expensas y caprichos del viento, juguete de remolinos. La paja es paja, que sólo servirá de lecho de basura.

A la afirmación de que los malos triunfan y los buenos fracasan, Pascal al final de su famoso " Apuntes sobre Dios" nos hace está reflexión: Si el justo es dichoso, aún siendo probado, ¿ qué perderá confiando en Dios? Será fiel, honesto, bienhechor, amigo veraz…en realidad no estará al lado de planes pestosos, aunque tengan sus ganancias. Ha apostado por una cosa cierta, infinita, por la que no a dado nada y le ha dado como fruto una esperanza optimista frente al pensamiento del impío, que pasa de Dios y se convierte en absurdo, en pasión inútil, que está escribiendo su acta de defunción.

Con la Madre Teresa de Calcuta decimos: para mi, Jesús es la Vida que quiero vivir, la Luz que quiero reflejar, el Camino que me guía al Padre, el amor que quiero manifestar, la Alegría que quiero compartir, la Paz que quiero sembrar a mi alrededor. Para mi, Jesús lo es Todo.



++ Las bienaventuranzas, programa de vida para los seguidores de Jesús. ( Lc.6 ).

 
San Lucas nos cuenta que Jesús bajó del monte, donde había pasado la noche en oración y, a la mañana, elegidos los doce, se para en la llanura, donde estaban los demás discípulos y un gran numero de pobres, enfermos, y endemoniados que intentaban tocarle para curarse; y ahí proclamó la Carta Magna del Cristianismo-"pobres, sufridos, hambrientos de justicia y perseguidos por su causa –"como visión que tienen de Dios los distintos grupos…, con sus cuatro maldiciones o antítesis –" Ay de vosotros" para alertarnos sobre el peligro de poner el corazón en placeres, riquezas y poderes, cuyo futuro es el vacío y la muerte, que teniéndolo todo no se tiene nada.

 
Pregunta a cualquier persona sobre quién ha sido más feliz, la Madre Teresa de Calcuta o el mayor ricachón del mundo y te convencerás de la verdad de estas imprecaciones. Paradoja real – los que no tienen nada, todo lo tienen, y los que todo lo tienen, no tienen nada -. Y seguimos soñando con ser ricos para hacer obras grandes por los pobres, ¿no nos estaremos engañando?. Cristo con esta página del evangelio ha puesto todo patas arriba. ¡Buena jugado nos ha hecho a los que queremos seguirle.

 
¿Que son, pues, las bienaventuranzas y que no son?. No es un código jurídico ni lista de normas morales, sino proclamación de las consecuencias positivas de la fe, cuando se vive de verdad…, es la opción por un estilo de vida, es nuestra carta magna donde la Justicia, la Igualdad y la Fraternidad no se escriben con minúscula (todos iguales ante la ley) prostituyendo estas palabras, sino que están escritas con mayúscula, porque por su vena corre la sangre del amor. Las bienaventuranzas son la explicación de los que significa ser cristiano para Jesús, trabajando por los valores del reino y viviendo de acuerdo con el evangelio. Si tienes conciencia clara de que Dios reina donde hay justicia, amor y verdad, ya sabes lo que tienes que hacer. ¿Nos parecemos en algo a Jesús?, ¿construimos nuestra vida sobre las bienaventuranzas o sólo sobre presupuestos culturales?, ¿cristianizamos al mundo o es el mundo quien nos paganiza?.


Muchas veces hubiéramos deseado que estas sentencias no se hubiesen escrito, cuando en realidad no hacen otra cosa más que puntualizar las actitudes humanas fundamentales y relaciones sociales, resumen de toda la enseñanza de Jesús.

Te sentirás pobre, si vives esa pobreza vertical, compartiendo lo mucho o poco que tengas con los demás; serás sufrido, si luchas contra la espiral de la violencia, haciendo de cirineo en muchas ocasiones. No olvides, nos dirá San Francisco de Sales, que con una gota de miel se cazan más moscas que con un barrió de vinagre. Satisfaces tu hambre de justicia, si luchas contra todo tipo de opresión, no contentándote con vivir sólo las obras de misericordia corporales, sino también las espirituales, a veces tan olvidadas y en desuso .Ya lo dijo Jesús –"buscad primero el reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura.

No temas ni pierdas la paz, aunque te persigan por defender nuestras raíces cristianas, pues hoy San Lucas te felicita y te da la enhorabuena, porque estas trabajando por un mundo mejor.
Nadie tiene culpa de que unos nazcan ricos y otros pobres, pero sí somos culpables todos de que los pobres sigan siendo pobres. No tenemos culpa de que el mundo sea así, pero si somos culpables de que siga siendo así.

Es facil justificar las desigualdades apelando al estímulo, pero deja de ser humano, al atesorar riquezas a costa del hermano y cruzarse de brazos ante la infraestructura de injusticia en la que se fundamenta nuestra sociedad, que tantos desequilibrios y pobreza material engendra.
La verdadera felicidad no está en las riquezas, honores y poderes humanos, sino en Dios. Si los cristianos trabajaremos por llevar adelante el proyecto fraterno, ya que todos somos hijos del mismo padre, el mundo sería otra cosa . Maria es un modelo de bienaventuranza que supo vivir su Sí desde la Anunciación y Visitación hasta el Calvario y Pentecostés. Bienaventurado tú, porque has creído, le dice su prima Isabel.


San Mateo se preguntó: "¿cómo ser feliz?" y San Lucas se pregunta: ¿quien es feliz?" Las bienaventuranzas nos comprometen a decir no al hambre, a la injusticia y a la espiral de la violencia…, y a decir Sí a la Paz, a la Reconciliación y a la Solidaridad. Para muchos las bienaventuranzas son idealistas y yo les pregunto -¿sois vosotros mas felices siendo realistas?.


 
++Si Cristo resucitó, también nosotros resucitaremos (1Cor,15).

 
Este es el Credo que recitaba la Comunidad de Corinto, expuesta a deformaciones heréticas ante la predicación de los judaizantes y corrientes filosóficas. Pablo les argumenta, partiendo del hecho de que muchos han visto a Cristo Resucitado y así negar la resurrección de los muertos era negar la resurrección de Cristo, Primogénito de los hermanos y Cabeza del cuerpo; pues si ha resucitado la Cabeza también resucitarán los miembros. Utiliza el símil de la semilla que para convertirse en espigas tiene que caer en el surco y morir…, así también nosotros, hombres condenados, no a la muerte, sino a la resurrección, dejaremos este cuerpo mortal y nos revestiremos de inmortalidad. Doloroso es pasar de la orilla de lo mortal a lo inmortal por el puente de la muerte, pero somos conscientes de que la última palabra de nuestra vida no es el dolor ni la muerte, sino la resurrección. Allí nos espera Dios para darnos el abrazo de amor, que es el cielo.

 
COMPROMISO
La Campaña contra el Hambre, impulsada por Manos Unidas, nos interpela esta vez con un lema que dice así: «Contra el hambre, defiende la Tierra». Al leerlo, me he hecho esta pregunta: ¿Qué puedo hacer yo para construir un mundo mejor que el actual?

Antes que nada, puedo vivir mejor informado. No quiero que se me engañe. Es mentira que el mundo va cada vez mejor. Eso sólo es cierto para un pequeño grupo de países privilegiados. Yo estoy viviendo en una sociedad donde disfrutamos de un bienestar cada vez mayor, pero, ahora mismo, millones de hombres y mujeres viven en una miseria cada vez más grande.


Puedo vivir de manera más responsable. Nuestro estilo de vida en los países ricos es absurdo e insostenible. Si nuestro modelo de consumo se trasladara a todos los países del mundo, los recursos de nuestro planeta quedarían rápidamente agotados y destruídos. Nosotros podremos vivir así mientras la mayoría de la población mundial siga viviendo en la pobreza.

Puedo crear «mala conciencia» entre nosotros. Un mundo con mil millones de personas que pasan hambre no puede ser seguro. El mayor peligro no es el «terrorismo internacional», sino nosotros mismos que pretendemos seguir viviendo tranquilamente, excluyendo en la miseria y el hambre a pueblos enteros. No es posible un mundo más seguro si no lo hacemos más justo y solidario.

Puedo «sembrar» criterios más humanos, manifestando claramente entre amigos y conocidos lo que pienso de la tragedia de las pateras, del trato a los inmigrantes, los abusos de las multinacionales o el cinismo de los políticos que dominan el mundo. Puedo dejar claro qué Iglesia quiero y qué tipo de política deseo. ¿Quién va a proteger en estos momentos los intereses de los pobres del mundo?

Puedo vivir de manera más austera, prescindiendo de gastos superfluos muy concretos y dedicando lo ahorrado a colectivos necesitados y a organizaciones cuya seriedad me consta en la lucha contra el hambre y la pobreza. Todo menos vivir satisfecho en medio de un mundo tan cruel con los más desgraciados.


VÍCTIMAS

Probablemente, Jesús sólo pronunció tres bienaventuranzas: las que declaran dichosos a los pobres, a los hambrientos y los afligidos. Las demás fueron añadidas más tarde extendiendo a otras áreas su mensaje. ¿Será excesivo atrevimiento hacer hoy algo semejante ante la violencia doméstica?

Dichosas vosotras que sufrís en silencio la amenaza constante de vuestros esposos, sin que nadie sospeche vuestra angustia, vuestro miedo, insomnios y depresión. Aunque os cueste creerlo, Dios no se olvida de vosotras.

Ay de nosotros los varones, que no tenemos inteligencia ni corazón para reconocer el sufrimiento que generamos en la mujer desde nuestras posiciones machistas y dominantes. Dios confundirá un día nuestra ceguera y prepotencia.

Dichosas vosotras que vivís aterrorizadas por los insultos, golpes y agresiones de vuestra pareja, sin saber cómo defenderos a vosotras mismas y a vuestros hijos de su acoso y violencia diaria. Dios está sufriendo con vosotras.

Ay de nosotros que seleccionamos las víctimas que merecen nuestra atención e interés, y olvidamos a las mujeres que sufren el «terrorismo doméstico», dejando sin protección a quienes más lo necesitan. Dios desprecia nuestra indiferencia e hipocresía.

Dichosas vosotras que os sentís ridiculizadas y humilladas por vuestra pareja ante vuestros propios hijos y ante amigos y conocidos, hasta ver destruida vuestra personalidad. Dios es el primer defensor de vuestra dignidad.

Ay de nosotros, los creyentes, que vivimos tranquilos pidiendo a Dios por el bienestar de nuestra familia, sin recordar en nuestras eucaristías a las víctimas de esta tragedia doméstica. ¿Cómo va a escuchar Dios nuestra plegaria?

Dichosas vosotras que vivís en la impotencia, la inseguridad y el desprecio, sometidas al servilismo o perversamente culpabilizadas por vuestra pareja. Tenéis un lugar especial en el corazón de Dios.

Ay de nosotros, los eclesiásticos, que lo ignoramos casi todo de la violencia doméstica y no gritamos a los varones la necesidad urgente de conversión. ¿Quién reconocerá en nuestra predicación al Dios de Jesús?


FRENTE A LA SABIDURÍA CONVENCIONAL

Lo advirtamos o no, todos aprendemos a vivir de nuestro entorno cultural. A lo largo de los años vamos interiorizando la «sabiduría convencional» que predomina en la sociedad. Al final, es esa «conciencia cultural» la que modela en buena parte nuestra manera de entender y de vivir la vida.

Sin apenas darnos cuenta, esa «sabiduría convencional» nos va proporcionando los principios, valores y criterios de actuación que orientan nuestro estilo de vida. Este modo de funcionar no es algo propio de personas contadas. Es lo habitual. Se puede incluso decir que hacerse adulto significa para muchos interiorizar la «sabiduría convencional» que predomina en la sociedad.

Acostumbrados a responder una y otra vez a los dictados de la cultura dominante, nos cuesta advertir nuestra ceguera y falta de libertad para vivir de manera más honda y original. Nos creemos libres y en realidad vivimos domesticados; nos consideramos inteligentes pero sólo atendemos a lo que la cultura social nos indica.

Hay algo todavía más grave. Creemos escuchar en nuestro interior la voz de la conciencia, pero lo que escuchamos en realidad son los «valores» que hemos interiorizado de la conciencia social, y que llevan nombres muy concretos: bienestar, seguridad, éxito, satisfacción, buena imagen, dinero, poder.

Uno de los rasgos que más destacan en Jesús los investigadores modernos es su empeño en liberar a las personas de esa «sabiduría convencional» que en todos los tiempos empobrece la vida de los humanos. Su mensaje es claro: hay que aprender a vivir desde otro «lugar», hay que escuchar la voz de un Dios que quiere una vida más digna y dichosa para todos, hay que vivir con un «corazón nuevo».


Frente a la «sabiduría convencional», Jesús vive y enseña a vivir de una manera nueva y provocativa, modelada por valores diferentes: compasión, defensa de los últimos, servicio a los desvalidos, acogida incondicional, lucha por la dignidad de todo ser humano.


En este contexto hemos de escuchar las palabras de Jesús: «Felices los pobres... los que ahora tenéis hambre... los que ahora lloráis... porque vuestro es el Reino de Dios».

Dios quiere reinar en un mundo diferente donde todos puedan conocer la dicha y la dignidad.

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