CASA DE MARÍA: MADRE DEL DIVINO PASTOR
















Con frecuencia ocurre que tenemos una visión corta, demasiado simplista, de las cosas de nuestra fe y de nuestra religión. Conservamos, demasiado cómodamente, nuestras ideas de la infancia y con ellas vivimos, porque despiertan en nosotros mucho afecto, mucha confianza. y este mismo excesivo simplismo nos ocurre también al formamos una idea de la vida de la Virgen María. La vemos tan santa, tan hermosa, tan radiante, que no pensamos que la Virgen tuvo también su itinerario de fe. Ella tuvo que superar dificultades, y esforzarse, y responder, cada día, a llamadas más exigentes de Dios. Pensar así, nos la hace más cercana, más real, más verdadera, más estimulante para nosotros.



María, mujer creyente



El Concilio Vaticano II nos habla del itinerario del la fe y de la vida espiritual de la Virgen María. Ciertamente la Virgen no tuvo que crecer en santidad. Era santa, plenamente santa, desde el principio; pero sí que su santidad, su manera de ser santa, tuvo que crecer en complejidad, en clarificación, en descubrimientos que le exigían nuevos esfuerzos en el mantenimiento de aquella promesa inicial que le guió toda su vida:



"He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra". Ella es la primera discípula de Jesús. Podemos decir que es la primera santa, la totalmente santa del Nuevo Testamento, de la Iglesia de Jesús.



No tiene nada de particular que encontrara cosas nuevas. Su corazón estaba pegado amorosamente, dócilmente, absolutamente pegado y plegado al corazón y la vida de su hijo. Pero la sorprendió cuando le dice llena de amor: "Pero, hijo, ¿por qué has hecho esas cosas? Tu padre y yo te hemos estado buscando" y Jesús responde:



"Yo tengo que ocuparme en las cosas de mi Padre". Con lo cual, la Virgen amorosamente recibe una lección: tienes que ponerte en tu sitio; eres mi madre, pero yo tengo que obedecer a la misión que he recibido de mi Padre. ¿Quién podría escuchar mejor los latidos de la Palabra de Dios, que es Jesús, que su propia Madre?



La Virgen María vivía rodeada de gente, de parientes que no creían en Jesús, que pensaban que estaba desvariando, que llegaron a salir para ver de recogerlo y traérselo a casa porque se avergonzaban de él, pensaban que había perdido la razón, que estaba loco. Cuánto sufriría la Virgen al oír estos comentarios en su propia familia. Es más, arrastrada por las leyes de las familias, tuvo que ir con ellos, y así el recado que le mandan a Jesús es: "Tu madre y tus hermanos, tus parientes, te buscan".



No lo tuvo fácil la Virgen María para crecer en su fidelidad, sobrepasando todos los obstáculos de la vida real. Estaba llena del Espíritu Santo, estaba llena de amor. Por eso podemos ver reflejada la vida de la Virgen en ese capítulo maravilloso de los Evangelios que se llama el Sermón de la Montaña.



Y, por eso, mujer bienaventurada



Bienaventurados los pobres, bienaventurados los que buscan la justicia, bienaventurados los misericordiosos, bienaventurados los perseguidos. ¿Quién mejor que Jesús está cumpliendo estas bienaventuranzas, feliz, dichoso, en medio de todas estas circunstancias? Y, en segundo lugar, la Virgen María.



Bienaventurada la Virgen María por ser pobre de espíritu. Los pobres de espíritu, los pobres del evangelio, no son simplemente los pobres económicos sino que son los pobres de corazón. Para ser pobre de espíritu hay que ser pobre, saberse pobre y aceptarse pobre. El que es pobre de espíritu es pobre también de bienes materiales. El que es pobre de bienes materiales no siempre es pobre de espíritu; puede ser ambicioso, rencoroso, muchas cosas. Bienaventurada la Virgen María, por ser pobre de espíritu y poner su confianza total en Dios



Bienaventurada la Virgen María por tener hambre y sed de justicia. Pero no la justicia humana, que reparten los tribunales, sino la justicia de Dios. Hambre y sed de la justicia del corazón que nos viene de Dios, que nos hace justos y nos hace actuar justamente en la vida privada y en la vida pública. Bienaventurada la Virgen María porque tenía hambre y sed de esta justicia: para ella, para su pueblo, para el mundo entero.



Bienaventurada la Virgen María porque era misericordiosa, buscaba la paz, porque tuvo que sufrir las persecuciones que padecía su propio hijo. Y esta Virgen bienaventurada es la primicia de la Iglesia, es la iniciadora de la Iglesia, es el corazón de la Iglesia, el prestigio de la Iglesia. Ella, además de hacer nacer a Jesús, en su propia vida ha hecho nacer la Iglesia de Jesús, la nueva manera de ser persona, a partir de los ejemplos de Jesús. Por eso es maestra y madre.



Dos peligros al acecho



Ante esta maravilla de la santidad de la Virgen María, dos peligros tenemos: uno, el de la inseguridad. Hay muchos cristianos que siguen siendo cristianos "por si acaso", pero su fe, por dentro, se ha roto. Nuestra fe cristiana ha de ser una fe sin vuelta de hoja, sin discusión, a muerte, sin dudas, sin condescendencias. Sólo esa fe hace justicia a la bondad de Dios con nosotros. No importa que nos vengan dudas. Nuestras dudas no tienen importancia, lo que tiene importancia es decir: yo, en mi vida, siempre al lado de nuestro Señor Jesucristo, de la Iglesia de Jesús, de la ley santa de Dios, de la esperanza de la vida eterna.



Segundo: la increencia. Como lo que se lleva es presumir de agnóstico, pues yo me paso también al bando de los agnósticos. Ha habido muchos cristianos, que, tristemente, han desertado de la Iglesia. Tenemos que hacer el compromiso más firme de ser totalmente fieles, como la Virgen María, a nuestro Señor Jesucristo; en los tiempos de brillantez y en los tiempos de oscuridad; yen los tiempos de oscuridad, con más razón.



Digan lo que digan, con nuestra vida personal, con la vida de las familias, con la generosidad, con la misericordia, con el esplendor de la vida cristiana bien vivida, tenemos que demostrar que la verdad, que la esperanza, la bienaventuranza y la felicidad verdadera del corazón están en el reconocimiento y en la adoración de Dios que es nuestro Padre. ¿Quién puede inventar una humanidad mejor que la que ha inventado Dios, tal como nos la ha manifestado en Jesús y en la Virgen María?



La fórmula que yo os recomiendo es leer con los ojos, como si estuviera la Virgen María sentada a vuestro lado -como hacía nuestra madre, cuando éramos pequeños enseñándonos a leer con ella las Bienaventuranzas, para ver la hermosura que destilan esas palabras de Jesús: la piedad, la confianza en Dios, la oración, la religión verdadera del corazón, el amor al prójimo, el perdón, la misericordia. Esto es aprender con María, creer con María, rezar con María, asomarnos con María a los misterios de la vida de Jesús, vivir con María nuestra fe cristiana, pasar de un cristianismo en retirada a un cristianismo de presencia, de confesión, de testimonio, de aspiraciones, de entusiasmo, de santidad, de diligencia, de entrega hasta la Última gota de nuestra sangre, la Última fuerza de nuestras energías.



Hay que avivar las brasas para brillar más en nuestro mundo, para despertar la inquietud, para atraer a la gente de buena voluntad al reconocimiento de nuestro Señor Jesucristo, de manos de la Virgen. No nos faltará su ayuda y su bendición.






Rosario sobre la Cuaresma


Por la Señal…
Yo confieso...



Cuaresma es un tiempo de especial gracia, es tiempo favorable para convertirnos. Recordemos al Pueblo de Israel caminando durante cuarenta años por el desierto para poder ingresar a la tierra prometida. Así también, nosotros como Iglesia, Nuevo Pueblo de Dios, nos preparamos para vivir y celebrar el Misterio de la Reconciliación, cada vez con un corazón más convertido. Este es el sentido: convertir nuestro corazón al Señor.



Meditemos en este rosario en algunos medios que la Iglesia nos propone para poder prepararnos adecuadamente para la celebración de los misterios centrales de nuestra fe.



PRIMERA MEDITACIÓN

LA INICIATIVA SIEMPRE ES DE DIOS



Hay dos medios que nos propone la Iglesia para este tiempo litúrgico de la Cuaresma, que nos manifiestan claramente que la iniciativa parte de Dios-Amor. Por un lado se nos propone tener una escucha atenta y reverente a la Palabra de Dios. Debemos tener durante esta Cuaresma un constante contacto con la Palabra Divina. Dios mismo sale a nuestro encuentro y nos invita a prepararnos nutriéndonos de su propia Palabra. Esta lectura de la Palabra de Dios, nos lleva a una oración más intensa, y éste es el segundo medio. Debemos nutrirnos de la oración durante esta Cuaresma, para no sucumbir y salir fortalecidos ante las tentaciones de Satanás. Esta oración debe mostrar nuestra reconciliación con Dios que nos invita al amor.



Padre nuestro, Ave Marías y Gloria...



SEGUNDA MEDITACIÓN

COOPERAR CON LA GRACIA DE DIOS



Otro de los medios que se nos propone durante la Cuaresma es acudir a los sacramentos de la reconciliación y de la Eucaristía. Es necesario acudir a la misericordia del Señor. Para convertirnos debemos dejar todo pecado. Pero solos no podemos. Confiemos en el perdón que nos ofrece el Señor. No hay pecado que Él no pueda perdonarnos. Y acudamos también al encuentro con el Hijo de Santa María, realmente presente en la Eucaristía. Él mismo se ofrece por nosotros y se entrega en el altar de la reconciliación.



Padre nuestro...



TERCERA MEDITACIÓN

EL AYUNO Y LA ABSTINENCIA



Dos medios que nos ayudan a ir preparando mejor nuestro corazón. Debemos tomar conciencia de la bendición que nos da el Señor. Muchos no se percatan de la importancia de esto. Cuántos de nosotros sabemos del ayuno y abstinencia de todos los viernes de Cuaresma, como preparación. ¿Y cuántos de nosotros realmente lo vivimos?



Muy importante es también la mortificación y la renuncia en algunas circunstancias ordinarias de nuestra vida, ocasiones para acercarnos a la luz del Señor y conformarnos con Él, purificando nuestros corazones.


Padre nuestro...



CUARTA MEDITACIÓN

LLAMADO A LA CONVERSIÓN



El Señor nos invita a convertirnos a Él. Debemos llegar hasta el fondo de nosotros mismos, pues se trata de morir a todo lo que es muerte para resucitar a una vida nueva en el Señor.



Confiemos en la misericordia de Dios. Escuchemos lo que Él mismo nos dice en la Escritura:

«Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne»



Padre nuestro...



QUINTA MEDITACIÓN

EN COMPAÑÍA DE MARIA



Y todo este camino que hemos emprendido, lo hacemos en la compañía tierna y amorosa de nuestra Santa Madre. Ella es guía segura en nuestro peregrinar hacia la plena configuración con su Hijo, el Señor Jesús. Es Ella quien con su intercesión nos ayuda a cambiar nuestro corazón de piedra en un corazón de carne.



Acojámonos a su intercesión y confiémosle nuestros esfuerzos para vivir intensamente este tiempo de conversión.



Padre nuestro...



Convirtamos nuestro corazón, trabajemos por nuestra propia reconciliación personal, siempre guiados de la mano amorosa de nuestra Madre.



Terminemos nuestra oración cantando LA SALVE.



En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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