sábado, 10 de abril de 2010

VIDA SACERDOTAL Y VIDA RELIGIOSA






Hermaninos, las líneas que os escribo a continuación son el fruto madurado de una conversación muy agradable y constructiva que tuve con un hermano muy querido para mí por su vida y por su amistad siempre ofrecida y cultivada por amor a Cristo. Las he orado antes de escribirlas, porque la precipitación es el mayor enemigo de la vida cristiana. Allá voy, y como dicen los sainetes de la literatura clásica española, "perdonad ,queridos lectores, por mis faltas y pecados". Allá voy:

¿Cuál es el alcance de la vida consagrada en mi vocación al sacerdocio?  Esta cuestión no se puede explicitar en un blog y menos en breves palabras...Sin embargo, voy a abrir el corazón y voy  intentar abarcar esta pregunta lo más ceñido posible a mi experiencia y al sentir de la Santa Madre Iglesia. Está en juego algo muy profundo: cómo entiendo y vivo mi propia vocación dentro de la diversidad de carismas y ministerios que existen en la Iglesia. En la vida cotidiana del Seminario de Oviedo contamos con religiosas francicanas del Buen Consejo, amén de todas aquellas congregaciones que nos encontramos en nuestros destinos pastorales... ( en mi caso, las Hijas de la Caridad como Sociedad de Vida Apóstolica, y las Hermanitas de los ancianos desamparados de Pola de Siero ). Además, tenemos la suerte de albergar entre nosotros la presencia de la Intitución teresiana en la persona de Mercedes, formadora del Seminario Menor. Toda esta realidad en nuestra vida nos ha enseñado y nos enseña que la vida consagrada forma parte de la concepción carismática de la Iglesia, aunque no es de institución divina. Este dato lo asimilé intelectualmente en su día, pero con el contacto asiduo y espontáneo con algunos religiosos y religiosas he podido experimentar toda la amplia verdad que contiene esa sencilla fórmula. Efectivamente, la vida religiosa es sumamente importante en la Iglesia. A través de los religiosos y religiosas el Espíritu va actuando en el Pueblo de Dios de acuerdo con las necesidades que éste experimenta a lo largo de la historia. Así, cada carisma intenta dar un sentido y una respuesta evangélica desde la misma realidad a distintas situaciones fundamentales que el hombre de cada tiempo va padeciendo, en el sentido estricto y originario que este término tiene. Por eso desde siempre la vida consagrada ha tenido mucho que ver con lo profético. Los religiosos y religiosas son auténticos profetas de hoy. Hablando de las tres grandes vocaciones de la Iglesia, un cura amigo decía en una de sus homilías que los sacerdotes transparentan a Cristo, los laicos trans-forman el mundo y los consagrados trans-cienden la realidad. Dicho así de bonito o de otra forma menos ornamentada, lo cierto es que los religiosos y las religiosas remiten con sus vidas a “otra” realidad que, en el fondo, no es más que “esta” realidad, pero transformada enteramente por la fuerza del Evangelio de Jesucristo.Todo este discurso, que puede resultar tan teológico y espiritual a la vez, se traduce en una serie de aspectos muy concretos. Nunca dejo de sentirme interpelado cuando me encuentro con algún religioso o religiosa que vive radicalmente y con alegría los consejos evangélicos desde su propio carisma. Son un verdadero don para mí, y cuando digo verdadero es que es "verdadero" por eso lo acojo como lo debo de acoger y lo cuido como lo debo de cuidar sin extralimitarme a su propio dinamismo.

Hay personas que dan mayor preponderancia a la vida religiosa menoscabando la naturaleza, la misión y la santidad del ministerio ordenado o ministerio sacerdotal. El sacerdocio no ha nacido exclusivamente para mirarse en el espejo de la vida religiosa. Es una dimensión de su tarea pastoral, pero no es su espejo, valga la repetición. El sacerdote tiene como espejo a Cristo igual que la vida religiosa y Cristo hoy se manifiesta como ayer en su Iglesia y en los pobres. El sacerdote debe contagiarse por el gozo, el enamoramiento y la exclusión de todo por el Reino que nos ofrece la vida consagrada, pero nunca debe circunscribir su actividad solamente a "cuidar" porque las "monjas" o los "monjes" vivan como deben vivir su vida consagrada. La vida religiosa ha surgido, es verdad, con el tiempo como un regalo del Señor por medio de su Espíritu Santo para la costrucción de la comunidad cristiana ya que el misterio de Cristo es ¡¡¡tan prismático!!! que necesitamos catalejos plurifocales para intentar abarcar lo máximo posible este Sacrosanto Misterio. Y eso es lo que nos aportan. Nosotros deberíamos aportar la grandeza que se deriva del sacerdocio, Cristo, Cabeza, Maestro y Esposo de la Iglesia se hace presente para llevar al mundo por los pastos y vergeles del Evangelio.

Los religiosos y religiosas y los sacerdotes deben entenderse siempre a sí mismos como instrumentos al servicio de Dios, y no como los protagonistas de su misión. Sus vidas deben reflejar un real abandono en la voluntad de Aquel a quien siguen. Las diferentes tareas que desempeñan no siempre tienen en cuenta las programaciones pastorales de las diferentes diócesis en las que se encuentran. Incluso, a veces ni siquiera se informa de esas tareas. También es cierto que las mismas diócesis en ocasiones dificultan más que facilitan esa colaboración. Sin embargo, creo que generalmente la vida religiosa debería implicarse más en la vida de las diferentes Iglesias particulares y revisar la eclesiología que subyace a esta cuestión. Al fin y al cabo, todos participamos de la misma misión de la Iglesia, que es la misma misión de Cristo. Trabajar por una mayor comunión es tarea de todos los que nos decimos que somos seguidores del único Señor y Pastor de nuestras vidas que es Cristo. Que el Señor siga bendiciendo a su Iglesia con nuevas vocaciones al ministerio ordenado, especialmente en nuestra Archidiócesis de Oviedo y con florecientes almas que quieran consagrarse exclusivamente al Señor por la implantación gozosa de su Reino.  El Señor os bendiga y os guarde en su amor santo. Y María, la criatura más excelsa y Tres veces Admirable, nos ayude a vivir nuestra consagración bautismal (común a todos) en fidelidad a su Hijo , el Amor de los amores, como ella y nunca sin ella.  PAX ET BONUM. Kike.

1 comentarios:

María Jesús Costa dijo...

Muy acertada la descripción de la misión de los sacerdotes, los laicos y los consagrados. Realmente los sacerdotes transparentáis a Jesucristo cuando nos habláis de vuestra experiencia real con Jesús.